Situado en el centro histórico de Sevilla, este palacio nace en el último cuarto del s. XV fruto de la unión de los linajes de Enríquez y Ribera. A lo largo del s. XVI, como consecuencia de la intensa relación que con Italia mantienen sus miembros más relevantes, experimenta profundas transformaciones y asume el papel de tamiz por el que las nuevas formas y gustos del Renacimiento penetran Sevilla. Reformas al gusto romántico, ejecutadas a mediados del s. XIX, completan su pintoresca fisonomía, síntesis armoniosa del gótico-mudéjar, el renacimiento y el romanticismo.